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Claves para protegernos del impacto de la adversidad y aprender a ser más resilientes

Bien-ESTAR · 27 abril 2022

La palabra resiliencia proviene del latín resalire, y se usaba para designar la facultad de algunos materiales para recuperarse después de haber sido deformados. Trasladado a las personas, la resiliencia es la respuesta para adaptarse a las situaciones estresantes que puedan surgir en la vida y salir de ellas fortalecidos.

Uno de los primeros en hablar de resiliencia fue el psiquiatra austriaco Víctor Frankl que sobrevivió a varios campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Allí observó cómo ante el mismo nivel de sufrimiento y condiciones horribles, las personas que tenían más probabilidades de salir adelante eran aquellas que proyectaban su pensamiento hacia un futuro, es decir, aquellos con expectativas y esperanza.

 

Donde unos ven obstáculos otros ven oportunidades

Para saber si somos resilientes debemos hacernos esta pregunta: ¿Cuando algo me sale mal tengo tendencia a recuperarme o a desmoronarme? Las personas resilientes saben gestionar sus emociones para enfrentarse a situaciones difíciles y superar cualquier contratiempo que se interponga en el camino. Ven en los obstáculos oportunidades para aprender y crecer. Esto no significa que no experimenten malestar o estrés psicológico. La pérdida del empleo, una enfermedad, un accidente o la muerte de un ser querido son situaciones difíciles y la resiliencia no hará que desaparezcan, pero sí nos ayudará a mirar más allá y sobreponernos.

Rafaela Santos, autora del libro “Levantarse y luchar” y presidenta del Instituto Español de la Resiliencia afirma que cada uno es protagonista de su vida y debe ser capaz de construir su futuro: “Vivimos hiperconectados, rodeados de tensiones permanentes y cada vez tenemos menos certezas. El cambio permanente puede generar en muchas personas sensación de angustia e incapacidad para superar las situaciones adversas, ya sean personales o profesionales. Pero todos tenemos un potencial innato para ser resilientes”. Ante la adversidad lo primero que debemos hacer es recibirla, “de nada vale cerrarle la puerta o querer huir, hay que gestionarla”, explica Santos. Y la buena noticia es que la resiliencia y las habilidades que nos harán más fuertes frente a las dificultades se pueden trabajar.

 

Claves para ser más resilientes:

Adaptarse. Cuando el estrés, la adversidad o el trauma nos golpean, experimentamos ira, dolor y pena, pero debemos asimilarlo y seguir funcionando, tanto a nivel físico como psicológico.

Practicar un diálogo positivo. En lugar de colocarnos en el papel de víctimas y lanzarnos mensajes de autocompasión o mensajes negativos, adoptar y utilizar un diálogo positivo con nosotros mismos. Es clave para favorecer la resiliencia y superar la adversidad.

Trabajar la autoestima. En los momentos complicados, una autoestima fuerte es fundamental para superar las dificultades y seguir adelante. Tener un buen concepto y buena autoimagen de uno mismo nos permite desenvolvernos con mayor seguridad y efectividad.

Observar y analizar la realidad con objetividad. Hacer una interpretación realista de lo que nos sucede, evitando tanto minimizar como exagerar los acontecimientos. Otorgar a cada circunstancia la importancia que merece y distribuir correctamente nuestros esfuerzos para solventarla.

Ser proactivos. No hay que ignorar los problemas. Averiguar lo que hay que hacer, trazar un plan y tomar medidas es lo adecuado. Aunque puede llevar tiempo, la situación puede mejorar si se trabaja en ello.

Buscar apoyo en otras personas. La resiliencia no significa soportar, ser estoicos o atravesar la situación solos. De hecho, ser capaces de buscar el apoyo de otras personas es un componente fundamental de la resiliencia.

Hacer que cada día tenga sentido. Realizar actividades que nos proporcionen una sensación de logro y propósito todos los días. Establecer metas que nos ayuden a mirar hacia el futuro con sentido.

Aprender de la experiencia. Pensar en cómo hemos afrontado las dificultades en el pasado. Recordar las habilidades y estrategias que nos ayudaron en los momentos difíciles.

Mantener la esperanza. No podemos cambiar el pasado, pero siempre podemos mirar hacia el futuro. Aceptar e incluso anticipar el cambio hace más fácil adaptarse y ver los nuevos retos con menos ansiedad.

Cuidarnos. Atender las propias necesidades y sentimientos. Incluir la actividad física en la rutina diaria. Dormir bien, seguir una dieta saludable y practicar el manejo del estrés y técnicas de relajación como el yoga, la meditación o la respiración profunda.

Estar bien asegurados. Contar con seguros de protección que nos proporcionen tranquilidad, estabilidad económica y bienestar sabiendo que las necesidades de nuestra familia están cubiertas ante cualquier situación inesperada.

 

 

 

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