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Vacaciones sin culpa: el arte de desconectar (de verdad)

Bien-ESTAR · 16 julio 2025

 

Llegan las vacaciones y, con ellas, una promesa silenciosa: la de desconectar. Pero en la práctica, muchas personas se marchan de viaje con el portátil en la maleta, las notificaciones activadas y la ansiedad de fondo. A veces el “descanso productivo” parece la norma no escrita, por lo que tomarse unas vacaciones reales —libres de presión, correo electrónico y culpa— puede llegar a resultar casi revolucionario.

Hoy más que nunca, aprender a desconectar no es un capricho, sino una necesidad para preservar la salud mental y restablecer el equilibrio entre vida personal y trabajo.

 

El derecho a parar
La legislación española respalda el derecho a la desconexión digital, incluso durante las vacaciones. Pero más allá del marco legal, la desconexión es un compromiso personal con el propio bienestar. No se trata solo de apagar dispositivos, sino de soltar la necesidad de estar disponible, responder rápido o mantenerse actualizado.

La hiperconectividad constante ha generado una sensación de urgencia permanente que impacta directamente en el sistema nervioso, el sueño y la capacidad de atención. Las vacaciones son el momento perfecto para dar un respiro —no solo al cuerpo, sino también a la mente.

 

Descansar para sanar
Diversos estudios coinciden: cuando logramos desconectar verdaderamente, mejoran la calidad del sueño, disminuyen los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y se potencia la creatividad. Pero para acceder a estos beneficios es necesario aprender a “bajar el volumen” del exterior y reconectar con uno mismo.

El descanso consciente implica soltar el control, permitir que el tiempo se desacelere y dejar espacio a lo que no tiene objetivo: mirar el mar, perderse en un paseo, leer por placer. Este tipo de ocio, aparentemente improductivo, es el que más nutre nuestra salud mental.

 

¿Cómo hacerlo posible?
Aunque desconectar suena simple, requiere práctica. Aquí, algunas claves para empezar:

  • Prepárate con tiempo: avisa a tu equipo o entorno laboral de tus fechas de descanso, deja mensajes automáticos y delega tareas. La desconexión empieza mucho antes del “modo avión”.
  • Elimina notificaciones: silenciar las apps de trabajo o incluso desinstalarlas temporalmente puede marcar una gran diferencia. Si no hay pitidos, no hay culpa.
  • Crea rutinas sin pantalla: leer un libro, cocinar sin prisa o practicar una actividad física sin móvil a mano puede ayudarte a reconectar con tus necesidades reales.
  • Date permiso: descansar no es perder el tiempo. Es invertir en tu bienestar emocional. No necesitas justificar tu descanso.
  • Practica el ‘niksen’: este término holandés describe el arte de no hacer nada. No como un vacío, sino como una forma de pausa activa que oxigena la mente.

 

El equilibrio se entrena
Desconectar en vacaciones no solo aporta bienestar en el momento presente, también nos enseña a establecer límites saludables durante el resto del año. Es un entrenamiento en autocuidado, atención plena y gestión de la energía. Porque quienes descansan mejor, trabajan mejor. Quienes se permiten desconectar, conectan mejor con lo importante.

 

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