Alternativas de transporte personal como bicicletas o patinetes eléctricos están abriéndose paso en las ciudades. Se trata de nuevos hábitos a la hora de desplazarse que conllevan la necesidad de regular su uso y asegurar a los ciudadanos para evitar percances.
La micromovilidad se ha instalado en el panorama urbano como una alternativa de transporte ligero y sostenible. El uso de patinetes, bicicletas, sedways y otros dispositivos de movilidad personal (VMP), se ha incrementado considerablemente, sobre todo desde la pandemia. Una forma de desplazarse que minimiza la emisión de agentes contaminantes a la atmósfera y reduce la congestión de la circulación.
Prueba de su gran popularidad es el espectacular aumento de la demanda de bicicletas y patinetes eléctricos. Los patinetes eléctricos han pasado de ser un juguete para muchos a una de las alternativas de transporte más buscadas con un incremento de un 142 % en 2020, año en el que también se vendieron más de 1,5 millones de bicis, un 24,9% más que en 2019, según datos de la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE).
Necesidad de regulación
Los VMP, además de cuidar del medio ambiente y ser sostenibles, evitan los atascos del transporte privado y las aglomeraciones del transporte público. Sin embargo, como ocurre con todas las novedades, una gran parte de la sociedad mira aún con mucho recelo esta nueva forma de movilidad. De hecho, según un reciente estudio de la plataforma idealo.es, nueve de cada diez españoles consideran que no está lo suficientemente regulada. “La pandemia ha consolidado el avance de la micromovilidad, porque son vehículos que ofrecen una mayor flexibilidad y rapidez frente a otros medios de transporte y además mantienen la distancia social”, afirma Adrián Amorín country mánager de Idealo, que añade “se trata del vehículo idóneo para moverse por la ciudad, ya que permite recorrer distancias cortas en poco tiempo”. En cuanto a la falta de regulación “a medida que su consumo se masifique, mayores serán las regulaciones, aportando, a su vez, una mayor seguridad para los usuarios”.
Según la encuesta la mayor parte de la gente que utilizan los servicios de micromovilidad lo hacen para recorrer pequeñas distancias, para ocio o para realizar recados. Por otro lado, cada vez más españoles los utilizan para acudir a trabajar, algo que está muy implantado en otros países europeos. Los jóvenes, centennials y millennials, son los más predispuestos a probar, con un 38,5 % y un 33,3 % respectivamente, mientras que solo el 11 % de la generación de baby boom se ha animado a subirse en uno de estos dispositivos. En cuanto a la seguridad, el medio que mayor confianza suscita a los usuarios es la bicicleta eléctrica, mientras que patinetes y monociclos, se quedan en un segundo y un tercer puesto respectivamente.
Actualmente no existe legislación nacional sobre la obligatoriedad de tener seguro para VMP, salvo algunas excepciones en ciudades como Benidorm o Alicante, donde los respectivos ayuntamientos exigen a través de la enseñanza municipal el uso del casco y un seguro de responsabilidad civil. Al no tener seguro, si un usuario con un patinete tiene un accidente y atropella a otra persona, esta deberá hacer frente con su patrimonio por los daños causados y la indemnización. Salvo excepciones como los patinetes de alquiler que sí tienen una cobertura mínima, los patinetes privados no están cubiertos salvo que se invierta en un seguro.
Las compañías aseguradoras han empezado a comercializar pólizas específicas para los VMP que incluyen indemnizaciones, gastos médicos, defensa jurídica y responsabilidad civil en respuesta al aumento de los incidentes en estos medios de transporte propiciados por el aumento en el volumen de usuarios.
Seguro obligatorio
La DGT está trabajando para establecer la obligatoriedad del seguro para los usuarios de vehículos de movilidad personal (VMP). Para Pere Navarro, director general de Tráfico, el seguro obligatorio para este tipo de vehículos es ya casi un hecho, “los Ayuntamientos lo piden y la Fiscalía también. Francia ya lo ha puesto en marcha y nos gusta ese modelo”, ha explicado. La evolución de los siniestros en los que se ven relacionados ciclistas, motoristas, usuarios de VMP y, sobre todo, peatones se ha incrementado debido al aumento de estos medios de transporte que, según la DGT, suponen más del 50% de los fallecidos en accidente urbano. Equivalen al 11% de las víctimas mortales en carretera.
También el pasado 2 de enero entró en vigor la normativa sobre el empleo del patinete eléctrico por la que los usuarios que deseen utilizar esta alternativa de transporte deben solicitar a la DGT un certificado de circulación para acreditar que cumplen con los requisitos técnicos. Así mismo la velocidad ha quedado limitada a 25 km/h y la DGT ha implementado su uso en carretera como un vehículo más y, por tanto, tendrá que someterse a las mismas leyes de tráfico que cualquier otro conductor.
Devolver las ciudades a las personas
Para mejorar la seguridad es preciso, además de regular el uso de estos vehículos, un rediseño de las ciudades que ahora están concebidas para el transporte en coche para que sean “devueltas” a las personas, apostando por una movilidad eficiente, segura y sostenible. Reemplazar automóviles tiene unos importantes beneficios con relación al medio ambiente. Como ejemplo, si el uso de la bicicleta eléctrica aumentara al 11% significaría una reducción del 7% en las emisiones de CO2 del transporte urbano en 2030, lo que equivaldría a sacar 134 millones de automóviles de nuestras vías urbanas.
Estamos pasando de una movilidad estructurada en torno al coche a una nueva movilidad con la persona como protagonista. Son tiempos complejos, pero de oportunidades, que han de resultar necesariamente en ciudades más sostenibles y en una mejor calidad de vida para sus ciudadanos.
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