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Frente al futuro incierto de las pensiones públicas, estos productos financieros
garantizan una rentabilidad a largo plazo adaptada a nuestras circunstancias
personales y con más ventajas que otras opciones de ahorro.
Si en 1980 la tasa de dependencia era de 5 trabajadores por cada jubilado,
actualmente hay 2 personas en activo por cada jubilado y se espera que para 2050 sea
de un trabajador por jubilado. El descenso de las tasas de natalidad, así como el
aumento de la esperanza de vida, puede provocar en el futuro desequilibrios en los
sistemas públicos de pensiones. En este escenario lo más prudente es generar unos
ahorros que permitan completar la pensión pública y que nos aseguren vivir con
tranquilidad tras la jubilación.
Los planes de pensiones individuales (PPI) se configuran como un instrumento óptimo
de ahorro a largo plazo, con ventajas relevantes frente a otros productos de ahorro-
previsión por dos motivos: primero, permiten reducir la base imponible del IRPF del
ejercicio en que se realizan aportaciones, ya que contemplan un diferimiento de
impuestos y, en muchos casos, una reducción de la tributación. Normalmente, el
marginal del IRPF en la etapa laboral activa es superior al marginal del IRPF en la etapa
de retiro, que es cuando se suelen cobrar los planes de pensiones y, por tanto, se debe
tributar por ellos. Y segundo, son productos creados y configurados para el ahorro de
cara a la jubilación, lo que les permite realizar inversiones a muy largo plazo y teniendo
en cuenta este horizonte temporal.
Buenas rentabilidades
Según los últimos datos de Inverco, correspondientes al mes de junio, en el largo plazo
los planes de pensiones registran una rentabilidad media anual (neta de gastos) del
3,0% y, en el medio plazo, 10 y 15 años, del 3,8% y 2,4% respectivamente, además de
presentar rentabilidades positivas en todos los periodos, sobre todo a un año, donde el
rendimiento medio neto de gastos y comisiones alcanza el 11,4% anual. La renta
variable continúa ofreciendo retornos muy elevados que llegan a alcanzar el 10,4%
anual a los 5 años y el 29,9% en un año. Estas ganancias han incrementado el valor de
los activos de los PPI en 1.038 millones de euros, permitiendo de esta manera situar su
volumen total de patrimonio en 86.241 millones de euros en junio. En términos
interanuales, el patrimonio de los planes registra un crecimiento del 12,7% (9.722
millones de euros más que en el mismo mes del año anterior).
En el mercado existen numerosos PPI, todos con la misma fiscalidad y cuyas
aportaciones se pueden desgravar de la base imponible del IRPF con un tope de
aportación son 2.000 euros. ¿Cuál de ellos elegir? Lo primero a tener en cuenta es que
la política de inversión debe adaptarse a las necesidades y perfil de riesgo del
partícipe. Si no deseamos estar pendientes de nuestro plan de pensiones e ir
cambiándolo a medida que pasan los años, existen los Planes de Ciclo de Vida que
automáticamente van ajustando las inversiones. Así́, en las primeras etapas esta
herramienta suele apostar por la renta variable, más volátil y que percibe como de
mayor riesgo de inversión, en detrimento de la renta fija, percibida como más estable
y de menor riesgo. Con los años, el gestor del fondo de pensiones de ciclo de vida irá
variando el peso de renta fija y variable para adaptarlo a los perfiles de inversión del
partícipe, hasta llegar a la fecha prevista de jubilación con una cartera prácticamente
en liquidez.
Es importante también tener presente la entidad gestora del plan, que sea una entidad
que, además de ser solvente, nos pueda acompañar y ayudar a tomar nuestras
decisiones, tanto en la etapa de acumulación del saldo, como llegado el momento de
cobrar el plan: qué hacer cuando me jubilo, cómo es óptimo fiscalmente cobrar el
plan, etc. En cuanto a las rentabilidades al tratarse de un producto a largo plazo hasta
la jubilación, al ir a contratarlo debemos comparar la rentabilidad a medio y largo
plazo y no en el corto a uno, dos o tres meses, que no suele ser tan representativa del
producto. Y tener también en cuenta que en los planes de pensiones individuales la
comisión de gestión y depósito que cobran pasan a segundo término ya que compensa
con respecto a la rentabilidad de otros planes similares de inversión.
Empezar cuanto antes
Para llegar a la jubilación con un buen colchón la recomendación es comenzar cuanto
antes a ahorrar. Se debería empezar con la primera nómina, destinando un 5% al plan
de pensiones y establecer una rutina de ahorro periódico que separe mensualmente
una parte de lo que se ingresa, un tanto por ciento que puede incrementarse a medida
que pasan los años, y complementarse también con aportaciones extraordinarias de
parte de los ingresos extraordinarios que se reciben como pagas extras, remuneración
variable, devoluciones del IRPF al hacer la declaración, etc. Los PPI se pueden
complementar además con fondos de inversión, planes individuales de ahorro
sistemático (PIAS) o los unit linked.
Para hacer un buen diseño financiero de cara a la jubilación hay que calibrar además
cuales son las fuentes de ingresos actuales y futuras (rentas de trabajo, alquileres,
posibles herencias…) y tomar consciencia de cuál es el nivel de gastos presente y de los
gastos futuros a enfrentar (adquirir una vivienda, cambiar de coche…). Hay que tener
en cuenta que la liquidez de estos productos de ahorro es reducida. Hay personas que
ven este aspecto como algo en contra, pero es una ventaja a la hora de ahorrar. Los
PPI se pueden cobrar en caso de necesidad real, pero no se pueden rescatar para irse
de vacaciones o cambiar de coche, con lo cual se evitan tentaciones. La ley permite
cobrar un plan de pensiones por invalidez, jubilación, fallecimiento, dependencia, paro
de larga duración y enfermedad grave propia o de un familiar directo. Y se ha dado
liquidez puntualmente también ante ERTES y ERES por el Covid, o en las crisis
anteriores cuando era necesario para poder pagar una hipoteca. Y a partir del 2025 se
podrán rescatar también las aportaciones con 10 años de antigüedad.
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