Según el Banco de España, la capacidad de endeudamiento, es decir, el porcentaje de ingresos netos mensuales que pueden destinarse al pago de deudas, con sus intereses, sin comprometer la viabilidad y compromisos económicos familiares no debe sobrepasar el 40%. Pero cuidado, ese 40% es el máximo recomendado de endeudamiento total que incluye las cuotas de las otras deudas que podamos tener como, el préstamo del coche, la financiación de los estudios, las compras a plazos o las cuotas de las tarjetas de crédito.
Esa es la teoría, pese a ello, a muchas personas se endeudan más allá de sus posibilidades poniendo en serios apuros su estabilidad financiera. Una fórmula para solventar este tipo de situación es la refinanciación de deuda. ¿De qué se trata? Y, sobre todo ¿merece la pena?
¿En qué consiste la refinanciación de la deuda?
La refinanciación es una manera de reestructurar las deudas para pagarlas con nuevas condiciones. Normalmente, esto significa pagar una cuota mensual menor a cambio de pagar durante más años. Por lo tanto, no se elimina parte de la deuda, sino que se sigue pagando toda la deuda pero durante un periodo más largo para que la mensualidad sea menor. Debido a esta refinanciación y a las nuevas condiciones, normalmente se acaba pagando una cantidad de dinero mayor que antes de la refinanciación.
La mayoría de la gente tiene una idea errónea de lo que es una refinanciación de deuda. Según el último barómetro de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin), un 49% de los encuestados considera que con la refinanciación consigue ahorrar, algo que no es así. Para Asufin, “si tenemos en cuenta que las refinanciaciones son cada vez más a largo plazo y que las cantidades son mayores, es necesario prestar la máxima atención a las condiciones de cada préstamo, su coste y ajustar el tiempo que aumentamos el plazo y con ello cual será la cuota resultante para no optar por la que sea más baja sino la máxima que podamos pagar y así evitar en la medida de lo posible sobrecostes”, recomiendan los expertos de esta organización.
Con la refinanciación de deuda puede buscarse que se modifiquen condiciones como son ampliar plazo para pagarla, reducir la cuota, reducir el interés o cambiarlo, y unir las cuotas. En ese sentido, se habla de diferentes tipos: dentro del mismo banco con el que se tiene la deuda (novación), adquiriendo un nuevo préstamo con otra entidad (subrogación) y, por último, reunificando tus obligaciones en una sola (reunificación).
Para obtener un refinanciamiento en una o varias de las deudas hay que presentar la solicitud a la entidad bancaria. Allí evaluarán el riesgo que presenta la deuda y de acuerdo con esto, presentarán una nueva propuesta de condiciones para el pago. Las entidades financieras suelen estar dispuestas a modificar los términos del préstamo para evitar los impagos.
Entre los beneficios que puede tener refinanciar las deudas lo primero es que las cuotas disminuyen y se pueden pagar más cómodamente y es un proceso que no afecta al historial crediticio. Pero, ante de tomar la decisión, hay que analizar bien si es conveniente hacerlo. Hay que asegurarse de que, aunque se traduzca en más intereses, va a resultar útil y fácil para poder terminar de pagar la deuda y que el nuevo monto de refinanciamiento es asumible en relación con lo que ingresamos. No hay que aceptar si no se va a poder pagar o vamos a ir muy ajustados. De lo contrario se nos adjudicará un mal puntaje crediticio que afectará en adelante todos los procedimientos financieros que queramos realizar para esta u otras deudas.
Si tienes un hipoteca también puedes refinanciarla
Si tenemos una hipoteca y necesitamos reducir el importe de las cuotas o conseguir un dinero extra, es una de las opciones que podemos solicitar. Se trata de una fórmula accesible para conseguir liquidez a un interés más reducido continuando con el mismo préstamo. La ampliación de hipoteca es una operación que recibe técnicamente el nombre de novación. Se trata de una modificación del contrato del préstamo y hay que solicitarla en el banco donde se tiene contratada la hipoteca.
Se puede realizar de tres maneras:
Ampliando el capital. Consiste en incrementar el importe del préstamo hipotecario para disponer de más fondos. En este caso hay que tener en cuenta que aumentará el importe de la cuota a pagar cada mes. Esta opción es una fórmula que permite liquidez extra para afrontar otros pagos.
Ampliando el plazo. Se solicita que se aumente el número de años para la devolución del préstamo y de esta manera se paga una cuota mensual menor. Esta opción permite seguir haciendo frente al pago de la hipoteca, por ejemplo, en caso de que tengamos dificultades para llegar a fin de mes, consiguiendo de esta manera un mejor equilibrio entre las deudas contraídas y nuestro nivel adquisitivo. En este caso la ampliación de la hipoteca no deberá superar los 40 años.
Ampliando el capital y el plazo. Se combina el incremento del capital del préstamo con el aumento del plazo de devolución. Permite el acceso a nuevos fondos ajustando la cuota mensual a la capacidad económica del deudor para devolver el préstamo.
Cualquiera de estas modificaciones en nuestro préstamo hipotecario requiere negociar nuevas condiciones con el banco. La entidad preguntará antes de dar el visto bueno a la operación por el motivo de la ampliación y comprobará la situación financiera del solicitante.
La Segunda Oportunidad y el concurso de acreedores
Si a pesar de intentar sanear tus finanzas con los anteriores recursos no consigues tu objetivo y las deudas te superan, puedes recurrir o bien a un concurso de acreedores o acogerte a la Ley de la Segunda Oportunidad. Aunque son mecanismos jurídicos distintos, ambos están relacionados con situaciones de insolvencia y buscan ofrecer soluciones a personas que no pueden hacer frente a sus deudas.
Antes de recurrir a alguno de estos mecanismos, lo mejor es buscar el asesoramiento adecuado para poder tomar decisiones bien informadas. Ante una situación desesperada podemos tomar decisiones apresuradas o poco reflexionadas que nos lleven, no solo a no superar las deudas, sino a que se conviertan en una imparable bola de nieve. Y siempre hay que acudir a entidades financieras fiables y homologadas que nos den todas las garantías y no abusen de nuestra situación.
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