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Existe un consenso entre la comunidad científica respecto a que el planeta se está calentando más deprisa que nunca, debido a la ingente cantidad de gases de efecto invernadero que se están vertiendo a la atmósfera. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido y el nivel del mar se ha elevado.
Ya estamos sufriendo algunos de los efectos de ese cambio climático en forma de fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, sequías o huracanes. Los cambios que se están produciendo en el clima podrían poner patas arriba nuestro modo de vida. Pero este mes podemos hacer algo por el medio ambiente.
En La Hora del Planeta estamos convocados a apagar la luz una hora, de 20:30 a 21:30h, un gesto simbólico que tiene como objetivo llamar la atención sobre el problema del cambio climático. Un movimiento global que nació en Sidney en 2007 y que hoy, muchos años después, moviliza a millones de personas en casi 200 países. Esta acción recuerda que la naturaleza es nuestro sistema de soporte vital, que nos brinda todo lo que necesitamos y que debemos defenderla para salvaguardar la salud de nuestro mundo y, a su vez, nuestra propia salud y bienestar.
Tras La Hora del Planeta y con el propósito de concienciar a la población sobre la importancia que tienen las acciones y actividades del ser humano en la variación climática, se celebra el Día Mundial del Clima. Los próximos siete años son cruciales para mantenernos dentro de los límites planetarios y por debajo del umbral climático de 1,5 °C; de lo contrario, pasaremos a un estado de degradación ambiental irreversible y un cambio climático desbocado.
El tiempo corre en nuestra contra y es hora de actuar de forma rápida y decidida. Esta década debe ser el punto de inflexión para reconocer el valor de la naturaleza y priorizar su recuperación junto a la de nuestro clima. Con nuestros actos podemos dar un empujón para mejorar las cosas.
Estos son algunos pequeños gestos que pueden hacer mucho frente al calentamiento global:
1. Gestiona la basura adecuadamente. De los contenedores de reciclaje urbano, el amarillo es el que recibe más impropios (residuos no depositados de forma correcta). Al contenedor amarillo van todos los envases de plástico, los envases metálicos y envases de brik. Entre los residuos impropios aparecidos con más frecuencia en los contenedores amarillos destacan juguetes, tablas de planchar, cintas de vídeo VHS o CDs.
2. Usa la climatización de forma responsable. La sensación de confort es subjetiva. Una temperatura entre 19ºC y 21ºC es suficiente para obtener esta sensación. La calefacción representa casi la mitad (un 45%) del consumo energético de los hogares. Si reducimos la temperatura de nuestras casas en 1ºC, podemos ahorrarnos entre un 5 y un 10% de la factura eléctrica y dejar de emitir tanto CO2 como en un trayecto por carretera de 1.600 km. Programar el termostato, fijando una temperatura inferior durante la noche y cuando estemos fuera de casa reducirá la factura de calefacción en un 7-15%.
3. Apaga las luces. Apagar la luz cuando no es necesaria contribuye a ahorrar energía y a frenar el cambio climático. Es conveniente apagar las luces, aunque solo abandonemos la estancia por unos instantes. No se gasta energía al encender o apagar. El encendido de una bombilla de bajo consumo equivale a 10 segundos de funcionamiento continuo. Si apagamos todas las lámparas en los pasillos y habitaciones de la casa cuando no las necesitemos, podemos ahorrar 60 € en la factura anual y evitar un total de 400 kg en emisiones de CO2.
4. Cuidado con el stand-by de los aparatos eléctricos. Muchos aparatos eléctricos y electrónicos que siguen consumiendo pequeñas cantidades de electricidad cuando los dejamos en stand-by. Utilizar regletas con interruptor para acabar de esta forma con el consumo que tienen los aparatos cuando están en reposo. Al desconectar la regleta, apagaremos todos los aparatos conectados a ella, con el consiguiente ahorro energético.
5. Compra electrodomésticos con etiqueta A. Los electrodomésticos suponen más del 45% del consumo eléctrico de un hogar. Conviene elegir electrodomésticos con etiqueta A, ya que consumen menos energía para realizar la misma función. Un frigorífico de alta eficiencia energética puede conllevar un ahorro económico de 60 euros anuales respecto a uno de 15 años de antigüedad. Pero, además, supone la generación de un menor impacto ambiental en todos los sentidos, tanto en lo que se refiere a consumo de recursos como a la emisión de sustancias contaminantes.
6. Haz turismo responsable. El turismo tiene tanto impactos positivos como negativos en el medio ambiente y por lo tanto debemos intentar ejercer un turismo que garantice una óptima conservación del paisaje y que siga criterios de sostenibilidad. El turismo sostenible es el equilibrio entre las necesidades y los deseos de las personas y el cuidado del entorno, de los recursos y el respeto a la cultura local.
7. Reduce el consumo de papel y cartón. Las facturas y ticket de compra mejor por internet, contribuye al ahorro de papel y evita el consumo de energía. Trabajar en soporte informático, fomentando el uso del correo electrónico para comunicaciones internas y externas y evitar imprimir lo que no sea necesario. Estas medidas y otras similares contribuyen al mantenimiento de la masa forestal, principal fuente de absorción de CO2. Una sencilla multiplicación nos revela que ahorrando una tonelada de papel contribuimos a la absorción de 102 kilogramos de CO2 en un año.
8. Usar el transporte público. Si no es posible el desplazamiento en bici o a pie, se recomienda el uso del transporte público, la opción más eficiente contra la emisión de CO2. Si es necesario viajar en taxi, la opción de un modelo eléctrico es la más sostenible. El transporte público es fundamental en la ciudad: contamina menos, supone un ahorro económico para quien lo utiliza, disminuye el número de vehículos en circulación, reduce el riesgo de accidentes, es accesible para la gran mayoría de la población, y ocupa menos espacio público. Las emisiones por persona en vehículo particular son de 208 g CO2/km; de 135 g CO2/km en autobús urbano y de 25 g CO2/km en Metro.
9. Evita los plásticos. Llevar la bolsa reutilizable a la compra y comprar todos los productos que se pueda a granel. El uso medio de las bolsas de plástico es de unos 12 minutos y tardan de 15 a 1.000 años en descomponerse. Muchas de ellas acaban en los océanos, provocando daños en la fauna y flora marina. Estos impactos se pueden evitar con bolsas reutilizables o el clásico carrito de la compra. Y evitar el consumo de agua embollada. Cada persona que deja de beber agua embotellada y se pasa al grifo evita la emisión anual de 36 kg de CO2 al año.
10. Practica un consumo responsable. Interesarnos por la durabilidad de un producto al comprarlo y dar una segunda oportunidad a los objetos que se estropean. La reutilización de la ropa que no usamos reduce el uso de recursos como el algodón o el petróleo que están detrás de la producción de prendas de vestir. En el caso de la alimentación consumir productos locales y de temporada. La agricultura de proximidad evita grandes desplazamientos del producto e innecesarios envasados. Transportar alimentos en avión de un lugar a otro del planea genera 1.700 veces más emisiones de CO2 que transportarlos 50 kilómetros en camión. En términos estrictos, el transporte puede suponer hasta un 80% de la huella de carbono de la alimentación. Además, los productos locales son más sabrosos porque maduran en el campo y no en las cámaras frigoríficas.
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