La gamificación, o aplicar técnicas de juego en el entorno laboral se ha revelado como una herramienta útil que potencia la motivación de los trabajadores, fideliza a los clientes, mejora los resultados de la empresa e impulsa la cultura organizacional
Convertir el trabajo en un juego podría parecer en principio algo poco serio, pero ¿pensaríamos de igual manera si con ello consiguiéramos incrementar el rendimiento y alcanzar de una manera más efectiva los objetivos de la empresa?
La gamificación, técnica que consiste en aplicar rasgos lúdicos propios del juego (misiones, equipos, premios, competición), a cualquier actividad laboral se ha revelado como una herramienta útil en el entorno empresarial. Permite a los trabajadores enfrentarse de una manera mucho más atractiva y amena a las tareas de siempre, potenciando su motivación y, de esta forma, siendo más productivos.
Está demostrado que, a través de las dinámicas de gamificación, se pueden obtener importantes beneficios. Los datos dan fe de ello, la gamificación es un mercado que no ha dejado de crecer en los últimos años pasando de 5.500 millones de dólares en 2018 a 9.000 millones en 2020, y se prevé que registre una impresionante tasa de crecimiento, del 27,4%, para 2025, alcanzando los 30.000 millones de dólares, según Markets and Markets.
Empleados motivados, empleados más productivos
El 70% de los empleados afirma que está desmotivado y sólo el 30% se siente realmente vinculado a sus compañeros y a la marca, según un reciente sondeo de Gallup. En medio de este panorama, la vinculación del juego con el entorno profesional cobra un evidente sentido estratégico. Si, además, tenemos en cuenta la incorporación de los millennials y miembros de la generación Z en el mundo laboral, que han crecido en entornos digitales y valoran especialmente el juego, el éxito está servido. La gamificación en la empresa puede ser el aliado ideal que necesitan los gerentes de recursos humanos y empleadores para incrementar la adquisición y retención de talento.
Aplicar técnicas de gamificación renueva el interés de los trabajadores en aquello que les resulta tedioso, aumenta su concentración en determinadas tareas, resuelve problemas internos, optimiza los procesos de aprendizaje e incluso aumenta las ventas de las organizaciones. Además de mejorar la calidad de la experiencia profesional del empleado e incrementar su compromiso con la empresa y su engagement, lo que, sin duda, acaba teniendo un efecto directo en los resultados empresariales.
Pasos para aplicar una estrategia de gamificación en una empresa:
Determinar el objetivo. La primera pregunta que debemos hacernos para establecer una estrategia efectiva de gamificación es: ¿qué objetivo pretendo conseguir? La respuesta nos dará las claves del tipo de gamificación a seguir, su enfoque, ambientación, etc.
Eligir un reto y la temática. Se trata de plantear juegos en un entorno informal, en los que los trabajadores deban poner en acción estrategias de trabajo en equipo para resolver un problema o conquistar una misión dentro de una narrativa lúdica. La ambientación de la gamificación es clave, una buena historia y establecer retos de algún tipo motivará a los participantes. Se puede elegir una ambientación relacionada con el negocio o, una atractiva como, por ejemplo, una película o serie popular, un viaje, una aventura, resolver un misterio, la búsqueda del tesoro pirata, etc.
Organizar equipos. Es aconsejable que diferentes equipos compitan entre ellos, para aprovechar la emoción de la competición y motivar la cohesión y la pertenencia laboral entre departamentos, oficinas, tiendas… Participar de una actividad más informal y jovial dentro del entorno profesional facilita las interacciones entre compañeros, mejorando el ambiente de trabajo. Los equipos humanos cohesionados no sólo son más productivos y eficientes, sino que también muestran mayor resiliencia y capacidad de gestión de los conflictos, menores índices de estrés y una mayor implicación.
Crear pruebas, establecer normas y premios. Se trata de potenciar la competitividad entre miembros del equipo o entre equipos para ver quién logra mejores resultados. Los mejores de cada ronda, pasan a la siguiente y pueden optar a mejores recompensas. A través de las puntuaciones y los rankings, los empleados perciben un reconocimiento público por ese esfuerzo que pasa habitualmente más desapercibido en el trabajo diario. Se pueden fijar premios pequeños al final de cada fase para mantener el interés y un gran premio final que se entregará durante un evento donde también se comunicarán los resultados obtenidos por el equipo.
Medir los resultados a través de KPI. Para saber si la gamificación ha funcionado hay que convertir los objetivos del juego en KPI (Key Performance Indicator), indicadores clave de Rendimiento. Un sistema de medición que, expresado normalmente en un porcentaje, nos dice el grado de progreso o cumplimiento de un objetivo de la empresa. Los KPI permitirán analizar el desempeño del equipo y los resultados irán determinando las clasificaciones y premios que logren los participantes. Al acabar la dinámica, se podrá comprobar qué objetivos se han cumplido y cuáles requieren mejoras.
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